¿Acabas de llevar a tu hijo con su dentista y te dijo que necesitaba usar estos paladares y alineadores para arreglarle la mordida?
Y además te dijo que es necesario hacerlo… Señora, los dientes de su hijo ya le empezaron a salir chuecos… ¡URGE ATENDERLO!
Tan solo tiene que usar este paladar y alineador todo el día, o incluso solo por las noches, y venir a la consulta para activarlo con una vuelta al aparato de su retenedor o paladar cada 15 días, y lo reviso una vez al mes. “Para usted, la consulta será muy económica”.
¡No te dejes engañar!
Todas las semanas me llegan casos como este, donde los papás son asustados para que sus hijos usen paladares y alineadores. Es la forma de engancharte y pagar por un tratamiento que tu hijo, en la mayoría de los casos, simplemente no necesita.
Este tipo de paladares y alineadores pueden ser fijos o removibles; por lo general, tienen colores muy vistosos y hasta diamantina con estrellas. Los reconocerás por tener un tornillo que se activa para “expandir” o “desarrollar” la arcada dental.
Si ya te pasó, te puedo apostar dos cosas: la primera es que al menos tuviste una crisis y pelea familiar con tu hijo por no querer usarlos o bien porque ya los perdió. Y, si lograste superarlo, te aseguro que sus dientes o su mordida nunca se lograron enderezar al 100% luego de haberlos usado por mucho tiempo.
Los paladares y alineadores con tornillo son utilizados por una gran cantidad de odontopediatras (sí, dentistas de niños) que en su mayoría no entienden bien cómo se desarrollan los maxilares después de los 12 años, indicándolos sin una planeación adecuada. Por lo tanto, resulta imposible que un dentista de niños logre una alineación correcta, funcional y estable de los dientes de tu hijo para toda la vida.
Estos paladares y alineadores son un ejemplo clásico de cómo se vende un producto sin tener conocimiento real sobre el crecimiento y desarrollo de un adolescente. No tienes idea de la cantidad de pacientes que llegan a la clínica después de haberlos usado durante al menos un año, sin que los papás conozcan la función real de los aparatos ni los resultados que han logrado.
Pero entonces doctor, ¿usted no cree en los paladares y en la ortopedia maxilar?
Por supuesto que sí. Unos paladares bien indicados pueden traer muchos beneficios. El gran problema es que deben usarse solo en casos muy específicos. ¿Por qué? Porque es importante diferenciar lo urgente de lo necesario. Unos dientes ligeramente chuecos en edades tempranas podría considerarse algo “normal” y postergarse su arreglo de una forma más sencilla y con mucho menos molestias cuando todos los dientes estén presentes.
En muchas ocasiones, el mejor de los tratamientos es simplemente no hacer nada, monitorear la erupción y desarrollo de los dientes y, una vez que salgan todos, empezar un tratamiento de ortodoncia para conseguir resultados realmente espectaculares en la sonrisa de tu hijo.
La decisión de iniciar un tratamiento con paladares y alineadores debe estar 100% basada en evidencia científica, evaluando si realmente es importante corregir el problema en este momento o esperar a que madure la erupción de los dientes de tu hijo.
Recuerda: este no es la solución definitiva para alinear los dientes de tu hijo, es solo la primera parte para lograr una gran sonrisa.
¿Vale la pena hacerlo?
Asegúrate de acudir con los expertos. Ellos podrían darte una respuesta clara.
Todo esto con el objetivo de realizar el tratamiento más eficaz en el menor tiempo posible, con las menores molestias y con los mejores resultados a largo plazo.
Una sonrisa no acaba a los 12 años, es solo el principio de una dentadura que debe durar toda la vida.
Pero… ¿Qué más da? ¿Es solo un paladar el que tiene que usar mi hijo, qué puede pasar?
Te sorprenderías de los problemas y molestias que un paladar mal indicado puede provocar, como daños en las encías, en las raíces de los dientes, e incluso que un diente quede atrapado en el hueso, comprometiendo de forma importante la estética final de la dentadura de tu hijo.
A nadie le duele más que a un papá o mamá ver a su hijo sufrir los estragos de un mal tratamiento dental y de ortodoncia con paladares por un mal profesionista y sin ética alguna.
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